Hace poco, una de mis mejores amigas me planteaba una gran pregunta para reflexionar sobre la existencia. "¿Por qué nacemos?".
Eso me hizo cuestionarme cosas que hasta ese momento no me había cuestionado.
La respuesta más obvia e instintiva fue explicarle el mecanismo de reproducción, un espermatozoide del padre fecunda el óvulo de la madre. Pero tan pronto como contesté, me dí cuenta que necesitaba realmente una respuesta mucho más profunda. Ahora era yo quien tenía esa duda en mi interior.
Nuestros nacimientos no tienen motivos de peso, sólo somos casualidades, por muy importantes que nos hagan creer nuestras abuelas.
Cada uno es responsable de las decisiones que toma, lo que definirán su vida y la forjarán. No debemos olvidar que no somos libres completamente, somos esclavos de nuestras circunstancias, siempre esclavos de alguien al depender de esa persona, de algo, o de las simples o complejas decisiones de otras personas.
Tras reflexionar sobre el origen de la vida, se me viene sola a la mente otra gran pregunta existencial, "¿qué hay después de la muerte?"
Pues bien, mi respuesta personal es Nada. Exactamente eso, no hay Nada. Ninguna alma, ningún dios, ninguna reencarnación. No creo que haya ningún mundo que no sea el terrenal, en el cual sí que hay cosas después de la muerte. ¿O es que no dejamos un legado en la tierra?
Lo más importante para mí en esta vida es disfrutar, porque eso no pueden quitártelo nunca. La muerte es una certeza segura, por lo que habrá que vivir plenamente y disfrutar antes del sueño sin retorno. Realmente no se muere del todo, siempre se deja una huella en la tierra, ya sea en los genes de tus sucesores, una invención, o las buenas acciones que se han podido realizar durante el transcurso de los años.
Que gran acierto el de Manrique al comparar la vida con los ríos, quisiera dejar este fragmento de las Coplas a la Muerte de su Padre para que os podáis deleitar con lo que una vez una persona que nació, vivió y murió, sintió y quiso plasmar sus propios pensamientos a través de la poesía. Él dejó huella en la tierra por su talento natural...
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte 5
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer, 10
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado, 15
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar 20
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos 25
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir; 30
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos 35
y los ricos.
Todo esto no deja de ser nada más que un hilo de reflexiones, mi opinión en este mismo instante, la cual podría cambiar, pues en la vida evolucionamos constantemente y nos reciclamos con el tiempo, la experiencia y las vivencias personales.
